Capítulo 14: La tercera ciudad.

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Capítulo 14

La tercera ciudad

Continúa, viernes 21 de octubre

Cuando me despiertan, me intercambio el sitio con nuestro compañero de viaje. Se ha hecho de noche y a lo lejos, se ven algunas luces que parecen ser el resplandor de una ciudad. Espero que sea nuestra tercera ciudad.

Después de unas pocas horas, se divisan unos muros, pero también se ven destellos y luces repentinas en ellos. Asterisco no me dice nada hasta que nos acercamos más, aunque para entonces ya veo yo misma el percal. Por lo que parece hay unos monstruos de piedra que arremeten contra las murallas de la ciudad, y por lo que puedo ver en las murallas y frente a ellas, hay jugadoras que los enfrentan y evitan que estos lleguen hasta la ciudad. Los destellos y resplandores que se veían a lo lejos, son los hechizos y habilidades que las jugadoras usan para hacer frente a estos monstruos de piedra.

Asterisco me explica que esta ciudad sufre acoso constante de estos golems, que atacan la ciudad todas las noches. Es como un evento que se repite todos los días y da ocasión a las jugadoras a participar en la defensa de la ciudad. Y menos mal que es así, porque si las jugadoras dejan algún día de hacer esta labor, los golems aumentarán en número y al final romperán los muros de la ciudad.

A causa de este conflicto, el camino hasta la ciudad se ha tenido que desviar junto a un pequeño acantilado desde el que se ve el mar y el puerto marítimo. También se ve desde lejos, y además llama mucho la atención, una torre dentro de la ciudad que literalmente tiene luz. Según Asterisco, si el otro mundo tuviese sitios como esa torre, la sociedad sería más sana y causaría menos contaminación. Y me ha dejado con la intriga, sin decirme de qué se trata ni para qué sirve.

Al llegar a la puerta, se puede ver a lo lejos, la batalla constante en las murallas. Unos ositos pequeños y anaranjados, aquellos que custodian el portal al infierno y visten como guardias, vigilan que ningún golem de esos se acerque a la puerta. 

Una vez dentro, Asterisco conduce por las anchas calles pavimentadas e iluminadas por farolas eléctricas, hasta llegar a la posada.

—Fin de tu trayecto Sasha. Como sé que tienes prisa, entra en la posada para coger la chimenea y ya puedes desconectarte cuando quieras. Hoy has empezado muy mal, pero al final, con el gusano, lo has conseguido y te has portado como debería ser un tanke. Te recomiendo que vayas a la academia y aprendas allí más habilidades. Tienes algo que muchos no tenemos, que es ser capaz de aguantar la compostura cuando enfrente tienes a un monstruo que puede devorarte, y a pesar de eso, te encaras a él para cuidar a tus compañeros. Es una cualidad escasa, así que cuídala y cultívala. Seguro que nos vemos pronto.

 

Vaya, no me esperaba para nada los cumplidos, pero la verdad es que sientan muy bien, sobre todo cuando le dicen a una que tiene un talento especial.

Como parece que tiene prisa no le entretengo más, le doy las gracias por todo y me meto en la posada. Estoy reventada y tentada de quedarme a dormir, pero no tengo tiempo, voy directa a la chimenea para asegurarme que funciona el tema. Hago un viaje hacia mi casa en la segunda ciudad y compruebo que desde allí puedo regresar. Todo perfecto. Ahora toca salir a ver cómo está el asunto afuera y si todo está correcto, seguramente me echaré a dormir. Estoy cansadísima del viaje y el rato que he dormido en el carro ha sido como si nada.

 

Al salir todo está en orden, son las cinco un poco pasadas. Mi marido tardará lo suyo ya que después del trabajo ha de pasar por los niños y eso me da unas tres horas para dormir.

¡Menuda forma de dormir! No sé cuánto tiempo habrá pasado, pero he dejado todo el cojín mojado de babas y no he oído si ha llegado alguien o no.

Creo que lo que realmente me ha despertado han sido mis tripas, estoy muerta de hambre y noto olorcito de la cocina. Resulta que ya es de noche y mi marido al verme dormir tan profundamente ha decidido hacerse cargo de la cena. Ahora me siento culpable, pobre. No es una alucinación, mi marido está en la cocina haciendo una tortilla de patatas. Creo que no lo veía con delantal desde que nació Adam.

Cuando entro en la cocina se hace el silencio absoluto, pero como estoy tan aturdida me cuesta percatarme de todo. Los peques reaccionan al verme y vienen a abrazarme, el mediano me ofrece la silla y mi marido me pregunta que tal estoy, que si necesito más descanso, puedo irme a la cama y cuando la cena esté lista me la lleva.

 

¿Qué está pasando aquí? ¿Me ha comido el gusano y estoy en el limbo? La pequeña me coge de la mano y me lleva a la cama. Allí reflexiono y me aseguro de que no estoy en el juego, cojo la PDA y miro mi status y mi vida. Creo que me he pasado con lo del médico y el agotamiento… Parece que se están preocupando mucho del tema. Ahora me siento bastante culpable, tengo que solucionarlo.

 

Cuando se va la pequeña, hago un par de estiramientos y me lavo bien la cara con agua fresca para despejarme. Vuelvo a salir y voy decidida a la cocina.

—¡Estoy harta de estar en la cama y esa tortilla tiene una pinta riquísima! Me muero de hambre, más que de cansancio, así que voy a poner la mesa. ¡Dejad de poner caras largas! Sólo necesitaba descansar un poco y ya lo he hecho.

Mirando a la pequeña le guiño un ojo y le digo que se han portado de maravilla. Les doy las gracias a todos, pero no veo al mayor, así que pregunto por él.

Según Franc, mi marido, Adam está en su habitación estudiando… Cosa que no me creo, un viernes por la tarde/noche sin mi supervisión estudiando… ¡Ni de coña! Como este en la plataforma lo mato. Voy a mirar al cuarto de la plancha por si acaso y efectivamente, la intuición de madre no falla, ahí dentro está, a pesar de que le deje bien claro que con su padre en casa ni mencionarla. Aprovecho el botón de comunicación de la plataforma para pegarle un par de gritos y hacerle salir. Al salir, antes de que rechiste me lo llevo a su habitación haciéndolo callar por el pasillo.


—¿¡Pero te has vuelto loco!? ¿¡Cómo se te ocurre!? ¿No quedamos qué nada de jugar mientras está papá en casa? ¿Qué crees que ocurrirá si descubre ese juego?

 —¡Sólo quería jugar un rato! ¡Es viernes! No tenía pensado salir de casa, y aprovechar para jugar ya que es fin de semana. Además, está liado haciendo tus cosas, así que si no aparezco se olvidará de que existo.

 —¿¡Quién crees que es tu padre!? No has pensado que si se siente desbordado va a pedirte ayuda, ¡él no está acostumbrado a estas tareas!

 —Pero tú nunca me pides ayuda.

 —Yo estoy acostumbrada a estos malabares. Vamos a salir los dos, a poner la mesa y a comer todos en familia. Después, cuando se acueste, hablaremos del horario de juego, hasta entonces ni una palabra de nada.

La cena fue genial, todos estaban pendientes de mí, pero dejé claro que ya estaba bien, lo malo vino cuando planeamos el sábado, mi marido no quería que saliera de casa y descansara, pero al final lo convencí de que tengo demasiado por hacer como para quedarme en casa, así que mientras él se hace cargo de los pequeños y la casa, este fin de semana, yo terminaré mis recados en compañía de Adam por si me sucede algo.

Al principio Adam estaba disgustado con el plan y se oponía, pero su padre ha sido más que convincente y claro para que lo aceptara.

Hora de dormir…

Por fin ha llegado el momento que llevo evitando casi un mes, tengo que hablar del juego con Adam. Sé que tengo la sartén por el mango, sus notas no son para tirar cohetes y él sólo tiene el hecho de que tenemos una plataforma de esas en casa sin que lo haya consultado con su padre… Bien, si soy demasiado dura, puedo salir perdiendo y teniendo que explicar todo lo del juego a mi marido, pero si juego bien mis cartas, puedo tener un aliado aquí fuera que me ayude a evadir el tema durante más tiempo y prolongar mi libertad… Allá vamos.

—Bien, antes que nada, dime por qué he de confiar en ti y dejarte jugar más de lo que ya lo has hecho hoy, estando tu padre en casa y desobedeciendo nuestro acuerdo. Es que no has durado ni una semana hijo… ¿Cómo he de fiarme de ti?

 —Para empezar, es fin de semana, el acuerdo no lo he roto, en realidad había empezado a jugar cuando él aún no estaba en casa, la cosa es que me ha llamado Sam y he tenido que salir hablar con él y entonces me ha pillado, pero estaba en medio de una party, ya sé que tú no lo entiendes, pero es super, super importante no dejar colgada a tu party, he tenido que volver a entrar y he estado liado hasta que tú me has llamado.

 —Uno no se va de party estado a nada de que llegue su padre a casa y/o sin que yo lo sepa para cubrirte las espaldas. A ver si te queda claro que los acuerdos no están para romperlos, sino para respetarlos, la próxima vez lo calculas mejor, porque si tu padre se entera de que tenemos ese cacharro en casa y de lo que vale… nos mata a los dos.

 —En eso equivocas mama, yo sé que ese cacharro como tú lo llamas, que por cierto, se llama plataforma, se puede pagar con dinero del juego, ¿De dónde has sacado tú 2500€?

 —¿Ahora tengo que darte explicaciones de dónde saco yo mi dinero? Pero habrase visto…

 —Sólo intento decirte que puedo pagar yo la plataforma o devolverte el dinero, este juego no es como los demás, en este no te quitan el dinero, te lo dan.

 —Nadie da duros por pesetas hijo…

 —Las pesetas ya no existen, no existen desde antes de que yo naciera… No es mentira, Evelyn lo ha comprobado, ella tiene el juego comprado y puede sacar el dinero que gana dentro con las misiones y luego lo puede convertir en euros. ¡Es una locura! No tendrías que darme nunca más la paga.

 —Sigue por ahí, eso de no darte nunca más la paga casi me convence, pero está el tema de tus notas, tus pellas…

 —Lo de las pellas es leve, no teníamos profe, puedes preguntarlo, ni te llego la nota de ausencia, nos dejaron irnos a estudiar.

 —Ha estudiar, no ha jugar…

 —Jope, siempre lo mismo, siempre atacas por ahí. Ya te he dicho que ahora me estoy aplicando y estoy sacando buenas notas, no son las mejores de la clase, pero tampoco las peores. Además, este curso es mucho más difícil, por lo que el mérito es mayor.

 —Cuando lo vea me lo cr…

 —¡Mira!

 Después de abrir una página en el ordenador y poner unas contraseñas, Adam ha abierto una página donde aparecen todas sus notas hasta el momento.

 —Se me olvidó decírtelo, este año puedes hacer un seguimiento de todo desde una web.

 —¿¡Se te olvidó!? ¿Esperas que me crea eso?

 —Vale… No quería decírtelo hasta ver si mis notas eran lo bastante buenas.

 —Esto no funciona así, aparta que mire esto y después hablamos.

 Lo malo de todo esto es que el chiquillo llevaba razón, no eran espectaculares, pero eran buenas… Estaba perdiendo la batalla, había que pensar en algo…

 —Bien, es cierto que son buenas, pero si te compramos el …

 —¡Qué no me lo tienes que comprar!¡Puedo hacerlo yo mismo!

 —Sí hombre, y estarás jugando un montón de horas obsesionado con hacer dinero para pagarlo, de eso nada. Si quieres el juego te quedas el que ya te he comprado que para eso lo he hecho.

 —¿Entonces puedo quedármela?

 Y… venció, hay que saber cuándo pierdes para sacar el mejor provecho de la situación.

—Habría que moverla del cuarto de la plancha para que tu padre no la viera…

—¿Ese cuarto se llama así? No creo que papa la encuentre nunca ahí.

 —Oye, un respeto a tu padre, puede que no visite mucho ese cuarto, pero yo prácticamente vivo en él. La plataforma se va fuera, el problema es que aquí se ve demasiado.

 —Sam tiene la suya en el trastero, podríamos ponerla en el nuestro, papa tampoco va por allí.

 —¿Y tú cómo sabes eso?

 —Porque… soy el encargado del trastero, ¿recuerdas?

 —Has tardado demasiado en contestar, es algo sospechoso.

 —Es que nunca confías en mí.

 —Porque soy tu madre y te conozco, si fueras sincero al 100% no tendría que desconfiar.

 —¡Está bien! Uso el trastero para jugar a las cartas cuando estamos hartos de estar por ahí fuera.

 —¿A las cartas?

 —Sí, a las cartas, al Carcasone, al Catarn, al Risk… A juegos de mesa.

 —¿Y eso es lo que escondes? Demasiado inocente para esconder eso.

 —Es vergonzoso, pasamos los fines de semana jugando a juegos de mesa.

 —¿Y si bajo al trastero encontrare tabaco y alcohol?

 —Si encuentras algo de eso, mío no es.

 —¿Estas montando timbas en el trastero? ¿Los vecinos lo saben?

 —¿Qué es una timba? Yo solo juego a juegos de mesa, algún vecino nos ha visto pero no ha dicho nada porque ¡no hacemos nada malo!

 —¿Tu primo está involucrado?

 —Pues claro, cada finde alternamos y lo hacemos en un trastero distinto.

 —¿Cuántos sois? ¿Las otras madres lo saben?

 —Pues la tía creo que no, el resto sí. Sólo somos cinco.

 —¿Desde cuándo te gustan los juegos de mesa? ¿Por qué no juegas con tus hermanos?

 —Y ahí está… Es una cosa mía, por eso me da vergüenza, ahora te crees que juego al parchís como un niño pequeño.

 —Yo no he dicho eso…

Menos mal de la campanita de la tableta, o mejor dicho campanitas, por lo visto mi hijo también tiene una de esas tablets. Una especie de alarma, que ahora ya reconozco de la tableta del juego. Ha sonado en dos lugares distintos, al ver de dónde salía la otra he visto una tablet idéntica a la mía encima del escritorio de Adam, el problema es que él también ha visto la mía.

—Mama… Esa tablet es del juego, ¿has estado jugando en las plataformas?

 Jamás en mi vida he pensado tan rápido.

—El día que fui a comprarte el juego me la dieron y aunque me aparecen cosas raras va muy bien para navegar y leer los books esos.

 —Oh, ¿me dejas verla?

 —Pues no, vas a perderme la página en la que estoy. ¿Qué ha sido esa alarma?

 —Es un aviso del juego, voy a ver.

 Mientras el miraba aproveche para hacerlo yo; Aviso de mantenimiento, servidor cerrado de las 00:00 a las 00:01.

Antes de preguntar mi hijo me ha explicado el tema, si al final resultará que tenerlo jugando y que sepa que entro el juego me servirá para que me expliquen esas cosas que no sé y me tienen que ir explicando las niñas.

—Que extraño, dicen que cierran el servidor durante 1 minuto, se habrán equivocado y será una hora, imagino. Eso o un día, porque con todo lo que hay allí… pero con las teorías de que en realidad no es un juego no tendrían por qué hacer mantenimiento, lo del minuto no sería extraño…

 —¿Eso significa que estará el juego cerrado?

 —Sí, durante un minuto. Seguramente van a poner actualizaciones de Halloween, está a la vuelta de la esquina.

 —¿Decoraciones?

 —Entre otras cosas, en los juegos ponen decoraciones, misiones y objetos especiales de la fiesta que se celebra. Luego estos objetos son difíciles de encontrar porque solo se pueden conseguir durante esos días.

 —Vaya…

 —Mama… ¿Te has enganchado al juego y por eso estás tan cansada?

 —¡De donde sacas eso! Es cierto que el juego tiene cosas interesantes, lo he estado estudiando porque no había información de él en ningún sitio, pero de ahí a engancharme hay un largo trecho. ¿Tienes la más remota idea de cuánto cuesta tener la casa limpia? Papeleo, organizaciones, médicos, dentistas, ropa, estudios… de TRES hijos… El día que tengas hijos lo sabrás y yo estaré ahí para que me des la razón. No digo que todo el juego sea malo, sino, no te hubiera comprado la plataforma, pero es todo demasiado extraño y misterioso. Mi misión es mantenerte a salvo y eso intento.

 —Tranki mama, en el juego no puedes morir…

 —¿¡Has muerto!?

 —¡No! ¿Por quién me tomas? No soy un noob, ¿vale?

 —Bueno, me alegro. Intenta no ir más allá de tus capacidades, me han dicho que eso es muy traumático, si te pasa ven a contármelo.

 —Mama, tanta comprensión me está asustando.

 —Si lo prefieres te dejo sin juego y así me aseguro de que no te traumes.

—Vale vale, si me pasa vendré a contártelo. Así que, ¿cómo lo hacemos?

 —Veamos, para mover ese cacharro hay que hablar con los mapaches, así que mañana podemos ir a informarnos en el pabellón de las plataformas. Con lo rápidos que son imagino que el lunes podrán trasladarla así que ya puedo ir al super mañana y cargar de bollicaos.

 —¿Bollicaos?

 —Déjalo, es algo entre esos bichos y yo.

 —¿Has estado jugando con los mapaches? mama esas criaturas son lo más aterrador del juego.

 —Qué va, solo son bichitos pillos, peseteros pero chiquillos, tu tranki…

 —Ahora sí me estás asustando…

 —Hasta el lunes no podemos cambiar la plataforma de sitio y estando tu padre en casa no podremos usarla demasiado por lo que sólo la podremos gastar cuando él duerma… Como vamos a estar todo el día fuera, mañana no será un problema, pero el domingo sí. Tendremos que estar sin jugar, además, a la mañana siguiente hay cole por lo que nada de jugar por la noche.

—Parece que estemos urdiendo un robo o algo así…

 —Que exagerado eres… Una vez la plataforma este en el trastero sólo podrás usarla; viernes y sábado por supuesto, domingo no y entre semana como mucho dos horas por la tarde, nada más. En época de exámenes sólo viernes y sábado unas horas para despejarte. Cuando haya fiesta puedes usarla si no estas de exámenes.

 —¿Y cuándo papa lo sepa?

 —Esperemos que sea para navidad cuando pueda asumir un regalo tan gigantesco.

 —Está bien, me parece bien.

 —¿¡No me vas a regatear horas!?

 —Para que, me voy a quedar con la plataforma. Espera, ¿Tengo que compartirla contigo?

 —Nooo. Yo solo la usaré unas horas cuando tu estas en el cole, ya sabes, para regar mi huerto y hacer las misiones de cocina y costura, que las encuentro de lo más entretenidas.

 —¿Estás jugando a un juego de realidad virtual solo por el housing y crafeteo que ya haces todos los días en casa? Por dios que aburrida eres mamá.

 —¡Oye! Cada cual se desestresa a su manera y para que te enteres, es muy instructivo, a ver si las haces que no te iría mal aprender esas cosas para cuando te vayas fuera estudiar, de hecho, compre la plataforma con la esperanza de que así hicieras algo de eso.

 —Para que lo sepas ya he hecho las 10 primeras misiones de cocina, son las más fáciles para conseguir la casa.

 —Ahh… Pues menuda alegría me has dado, ahora sé que si algún día no puedo hacer la cena mi hijo mayor podrá hacer una sopa.

 —Muy graciosa, pero la que hice sabía bien.

 —No me estoy burlando hijo, estoy orgullosa y muy contenta, de hecho, después de hacer un recado me voy a ir a la cama y tendrás la plataforma para ti solito durante toda la noche, eso sí, acuérdate de dormir dentro que mañana tenemos mucho trabajo.

 —Si llego a saber que después de un día en la cama estabas de tan buen rollito te preparo un día de la madre antes.

 —Pues acuérdate para el próximo.

 —Eso del recado, si quieres te lo hago yo cuando entre, solo tienes que decirme cómo te llamas dentro y puedo recogerte lo que sea.

 —Ni hablar, puede que sepas hacer sopa, pero de la compra me ocupo yo, y si no espabilo me quedaré sin, que por lo visto lo bueno vuela.

 —Está bien… ¿Necesitas dinero o algo? Con las misiones no se consigue demasiado.

 —Pues que generoso estás… No hace falta cariño, para comprar tengo suficiente.

¡Sí!, volví a escurrir el bulto del nombre. Después de eso me fui porque tenía que llegar a tiempo para comprar las telas o todo este follón no habría servido para nada. Creo que la conversación no ha salido del todo mal y he salido ganando, he descubierto muchas cosas y estoy orgullosa.

Para dentro se ha dicho…

Al entrar me dan dos opciones, modo parque de atracciones o Demon Hunter, si no tuviera al chiquillo esperando hubiera cogido la del parque para estudiarlo, pero voy a centrarme en lo que tengo pendiente primero, que si no me voy a ir por las ramas.

Una vez dentro toca ir a comprar y por qué no, a regatear. Tengo ganas de hacer eso. Normalmente me limito a pillar las cosas de oferta o comprarlas donde están más baratas, no se puede regatear en ningún lado, tengo ganas de probar a ver que tal es. Así que, para ponerme más en el papel, dejo de lado la armadura y me visto con un vestido de los que me he comprado para lucir.

Entro en la chimenea y llegó directamente a la tercera ciudad. Qué cosa más práctica y limpia. Cualquiera diría que, con una chimenea y hollín, desastre asegurado, pero no, nada de nada, todo impoluto y en un abrir y cerrar de ojos estoy en la tercera ciudad. Pensar que esto me ha costado un día entero de dolor de culo en el carro...

Bueno, telas, telas... preguntando un poco a las jugadoras locales, me indican que las telas de seda de araña que busco las puedo encontrar en el puerto o en el mercado. Los mercados ya los conozco, pero el puerto no, no he estado nunca en un puerto pesquero, ni siquiera en uno real. Tengo curiosidad de cómo es. Y resulta que es un bullicio de gente, caballos y carros transportando mercancías, que compran directamente de los barcos que están allí aparcados. Gente discutiendo precios, otros ofreciendo sus mercancías y algunos reclutando a gente para ir a un faro y a una cueva de piratas. Hay un montón de barcos cada uno con su propia bandera y su nombre curioso. Yo busco uno en concreto, un tal “Siopre” que se supone que tiene las telas. Cuando lo encuentro subo por la rampita a bordo diciendo eso de “A del barco” . Al poco vienen un par de sujetos a recibirme, pero me miran muy extrañados de arriba a abajo, y entonces me doy cuenta, el atuendo que llevo ni pega con un puerto, ni parece que sea una comerciante. Bueno, al tema. Pregunto por las telas y ellos me preguntan que de parte de quien vengo, a lo que yo les contesto, pero parece ser que mi sastre aquí, no tiene mucha reputación, porque no lo conocen. Vamos mal. Resulta que las telas que les quedan están reservadas para clientes que han pagado por adelantado, y las que tenían para la venta libre ya están vendidas. “Maldita sea Sasha, al final te has entretenido y te has quedado sin telas”. Pero no pasa nada, puedo buscar en el mercado, me han dicho que allí también puedo encontrar algunas.

En fin, me he paseado por el puerto, no es precisamente un ambiente que me haya gustado. Es húmedo, huele a pescado y es muy caótico, además no he podido regatear porque no he tenido opción. Pero no he salido de aquí sin nada, al menos he aprendido una cosa. Resulta que si a la hora de plantar una casa, en vez de suelo firme, lo haces sobre el agua, ¡se convierte en un bote! Y cuantas más casas unes, más grande es el bote, hasta convertirse en un barco. De manera que toda esta gente que tiene un barco lo ha conseguido juntando varias casas. Es sencillamente increíble como espabila la gente. Pero eso es bueno, las casas se consiguen con las profesiones, así que, si mi hijo quiere aventurarse a navegar, por lo menos habrá aprendido algo útil primero.

Cuando llego al mercado me quedo alucinada. Es enorme, al menos en comparación con los otros dos que he visto. Casi sería capaz de decir que es como los otros dos juntos o incluso más. Hay un montón de jugadoras aquí metidas vendiendo sus cosas, necesito preguntar o estaré mucho rato buscando. Por suerte hay un punto de información. Una piedra poligonal de seis lados que tiene unos paneles táctiles. Estas cosas me trastocan, todo es casero y medieval, pero aquí hay pantallas táctiles que te dicen dónde están ubicadas las tiendas, que venden, cuál es su nombre... Vamos, un montón de información sobre el mercado. Pasa lo mismo en casa con la consola esa, la nevera, la lavadora... En fin, supongo que esto es así en este lugar, no voy a darle más vueltas. Gracias al panel he encontrado lo que busco, así que genial.

Ir, llegar, comprar y cargar con las telas. Maldita sea, nadie me ha dicho que estos rollos de tela pesarían tanto. Son tres rollos de tela de unos dos metros de alto y yo diría que por lo menos diez kilos cada uno.

Salgo como puedo del mercado, pero me doy cuenta de que de ahí a la posada me queda un buen trecho. No voy a poder llegar. Estoy muerta solo con sacarlos del mercado. ¿Qué hago? ¿¿Llamo a las chicas??, pero ellas todavía no tienen la chimenea a la tercera ciudad, ¿pido ayuda a alguien?, no conozco a nadie, me da miedo, estas telas valen monedas de oro, igual me quedo sin un rollo. ¡Ah! ya sé, llamare a Asterisco que tiene un carro.

Llamo a En-viado para enviarle un mensaje a Asterisco, el cual me responde diciendo que viene enseguida. Menos mal, no tengo yo edad para cargar tanto peso tanto rato.

Al principio me sorprende ver que llega desde la parte del mercado, pero luego me acuerdo de que dijo que estaba poniendo una tienda aquí.

—Vaya Sasha, casi no te encuentro con ese vestido, yo buscaba tu escudo y tu peto de cuero entre la multitud. Al final te he identificado por los rollos de tela y tu pelo pelirrojo.

 —¿Qué sucede, porque pones esa cara? ¿No me queda bien este vestido? —Digo entre indignada y preocupada.

 —Si, si, tranquila... Bueno no.

 - ¿?

  —No pongas esa cara mujer. Primero, creo que esos tonos no pegan con tu pelo, después, se nota que lo has comprado en la primera sastre que has encontrado, seguramente una de las de la primera ciudad que recién ha aprendido a coser, lo cual está muy bien porque ayudas a esa persona en su desarrollo, pero se nota que no está hecho a medida y te va ancho en la cintura y bajó los brazos. Además, vas con botas, sin peinar y parece que sin lavar. Yo sigo ofreciendo la ducha de mi casa si la tuya no funciona.

 Inicialmente me siento ofendida, sobre todo, por el comentario de la ducha, pero tiene razón, este cuerpo ha estado peleando contra las Arpías, las ratas de alcantarilla, el gusano... He sudado un montón y no me he lavado.

—Oye!!

 —Oigo!! Tú me has preguntado si te queda bien el vestido y yo te digo que no, si no sabes aceptar una crítica no pidas la opinión. Además, como te encuentre Mar así te va a meter un rapapolvo de campeonato.

 —¿Quién es Mar?

 —Mar Reina pirata. Una friki del clan que se dedica a la piratería y al estilismo. No he tenido mucho contacto con ella, pero siempre anda dando consejos de moda y de amoríos. Bueno, todo eso no importa. Toma, esta mochila es para ti. Dentro encontrarás tu parte del viaje y un pergamino de reducción de peso para que puedas transportar las telas.

 —¿Qué? ¿Un pergamino?

 —Si, ¿recuerdas?, en este mundo hay magia. Y yo me voy, que he tenido que dejar la tienda un momento por ti. Por cierto, el pergamino solo dura veinte minutos, así que te recomiendo que te des prisa.

 Asterisco se va, yo ato en un bulto las telas y recito las palabras del pergamino. Genial, no son ligeras como una pluma, pero si pesan muchísimo menos. Me pregunto cuántos tipos de pergaminos de estos de utilidad hay, también de dónde los saca.

Mientras me voy hacia la posada analizo las palabras de Asterisco. Si que me ha despotricado lo que llevo puesto y eso me ha ofendido, pero también se ha fijado en mí de arriba a abajo y eso hacía tiempo que no me sucedía.

En la posada, he tenido que hacer un poco de “tetris'' para que las telas entrasen en la chimenea. ¡pluff! Directa a casa. Una vez allí aprovecho para darme una ducha rápida, peinarme, poner la lavadora... Pero todo rapidito, tengo que entregar las telas y recoger los disfraces antes de que Adam se queje demasiado. Se supone que estoy recogiendo patatas.

Todo ha salido bastante bien. Ya tengo los disfraces de los peques y he hecho el recado, aunque el sastre parece que no se ha quedado muy contento al ver que me he gastado todo el dinero que me dio. Creo que es porque en vez de comprar las telas en el barco las he comprado en el mercado y claro, me han salido más caras. He sido una recadera nefasta, tendré que compensarlo. Ya sé, el próximo día vendré para que me coja medidas y me confeccione un vestido a medida, a ver si así Asterisco se atreve a criticarme otra vez.

Bueno, ¿ahora cómo lo hago para sacar los disfraces fuera del juego?, creo que Elorzal dijo que se hacía en el banco. Allí, hay una especie de caja estilo las farmacias de guardia, donde colocas los objetos y el dinero, se supone que después lo puedes sacar por la plataforma. Doblo los disfraces y pongo una moneda de plata también para verificar lo del dinero. ¡Desconexión! Nada más salir busco enseguida la puertecita en la plataforma. ¡Genial! ¡aquí están!, ha funcionado, y ¡la moneda también! Esto es increíble.

Y en ese preciso momento en el que estoy agachada en la puertecita de la plataforma sacando las cosas, veo a Adam que está sentado entre la ropa para planchar que me mira con cara de... Ups pillada.

—Mamá, eso no son ni patatas ni zanahorias ni nada parecido, parecen unos disfraces. Y eso que tienes en la mano una moneda de plata.

 —Pero ¿qué haces aquí? ¿tan obsesionado estas que no puedes esperar un rato?

 —He esperado un rato, pero aun seguías dentro, así que he decidido esperar mirando el móvil a que salieras. Tranquila, todos están durmiendo, no pasa nada.

 —Pues sí, son unos disfraces, los necesito para los peques, para mañana, y dentro tengo más tiempo y espacio para coser. Además, he aprovechado para comprobar eso que decías del dinero. Ahora se tendrá que ver si esta moneda realmente es lo que se supone o solo es chatarra.

 —Así que además de cuidar el huerto también has estado cosiendo ¿no?

 —Sí claro, ya te he dicho que he aprovechado que dentro tengo más tiempo. También tengo la profesión de sastrería.

 —Pues desde aquí fuera no parecía ni que estuvieses recogiendo patatas ni haciendo costura, más bien ha parecido que te dabas una ducha.

  Y que. ¿Una no puede ducharse después de hacer un recado? No serás tú uno de esos guarros que se pasan el día corriendo de aquí para allá y luego se va a dormir incluso con la misma ropa, ¿no? Yo no te he enseñado así.

 —Yo no he dicho que no me duche en el juego, sólo que no era el recado que me habías dicho. No has estado haciendo nada de eso, has estado cargando bultos. Y ¿de dónde has sacado una moneda de plata?, ¿sabes lo difíciles que son de conseguir? Encima la has sacado fuera y la vida es cara dentro del juego.

 —Tengo suficiente edad y experiencia para cuidar mi propia economía, ¿no crees? Si la he sacado es porque puedo y seguramente porque me he informado que también que se puede meter dinero, la cual cosa, aprovechando que tenemos que ir por el pabellón, probaremos mañana.

 —¿Puedo verla?

 —Sí, porque no.

 Pobrecito, creo que ha visto pocas monedas, eso me da a entender que aún no ha hecho nada peligroso. No sé si preocuparme o no, no ha muerto nunca pero tampoco ha hecho nada... Tendremos que hablar más para ver si necesita ayuda o no, ¡Ay madre! ¿y si está pasando hambre? ¿Y si no sabe que está en otro mundo y ha de cuidarse más? Vigilare más lo que come en casa. Bueno, ahora que lo pienso, haciendo las gallinas se puede comer...

—Mama... Esta moneda es real.

 —¿Cómo lo sabes?

 —Porque es idéntica a las del juego, lo sé porque me he fijado mucho. Mira las muescas, el cuño... es definitivamente una moneda del juego y no tiene porque no ser real, tú has sacado esos disfraces que son los que tú has hecho. ¿Tienes idea de cuánto es una moneda de estas en euros?

 —Adam, devélveme la moneda.

 —¡Son 250 euros! 250... Con hacer una mazmorra al día ganaría más que papa...

 —Por eso decías lo de la paga... Ok, pensaré en cómo gestionar esto mientras estás dentro...

 —¿Gestionar el qué?

 —No puedo permitir que saques 250 euros todos los días, aún tienes 16 años, no puedes gestionar tanta economía. Aunque a ti te parezca fácil e injusto lo que acabo de decirte, te digo yo que es mucho más complicado. Impuestos, reglas, cargos de bancos, el peligro de las drogas...

 —¡¿Drogas mama!?¿En serio?

 —Sí hijo, el mundo es peligroso para la gente que tiene demasiado dinero, sólo fíjate en los pijos de las revistas, los hijos de famosos...

 —Miras demasiada salsa rosa.

 —No, entiendo cómo va el dinero y no quiero que tú le pierdas el respeto a lo que cuesta ganarlo. No sabemos hasta cuándo estará el chollo de poder sacarlo del juego y cómo afectará esto a la economía del país. ¿Sabes lo que es la devaluación de la moneda? Pues es algo que pasará muy pronto si todo el mundo juega al Demon Hunter y saca el dinero. Cuando alguien encuentra un chollo en la economía, hay que pensar y estudiar cómo sacarle el mejor partido porque pronto alguien hará que termine, y para eso se necesita experiencia en gestión económica, cosa que tú no tienes aún. Tranquilo, no he dicho que no te deje sacar nada.

    —¡¿Entonces no vas a poner la plataforma a mi nombre?!

 —A ver, tranquilízate, mañana tenemos todo el día para hablar de esto, ¿o prefieres hacerlo ahora y perder tiempo de juego?

    —Está bien, está bien... Entro.

 Una vez entra, me voy al sofá e intento fisgar su tableta, la cual cosa no da frutos, sino calambrazos, y cada vez más fuertes, así que después del segundo paro y ya le sacaré a él la información.

Desde mi tableta, en la que sí puedo navegar, investigo el plan de reparación y mantenimiento de las plataformas. Contacto con el asesoramiento online para mi desgracia. Ha sido como hablar con un operador de telefonía, un dependiente de un restaurante de comida rápida y un vendedor de mercadillo todo a la vez.

 

Mañana tengo que ir al pabellón porque no he sacado nada en claro, lo único que he descubierto es que hay un montón de quest de Halloween y modelos extraños de plataformas, más bien creo que se han equivocado y ahora venden mobiliario y electrodomésticos. En fin, mañana será otro día. Está bien dormir en casa con mi marido de vez en cuando.

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